HELADERÍA
La Historia de Plaza Crema.
En Plaza Crema crecí tanto personal como profesionalmente. Fabricar helados, servir helados y fundamentalmente conversar con nuestros clientes sobre nuestros helados, me permitió no solo ampliar mi perspectiva como Administrador de Empresas, sino que además me permitió comprender cómo maravillar a mis clientes.
Mis años de experiencia en Plaza Crema sumados a una profunda investigación, me llevaron a desarrollar mi método de Experiencia del Cliente y años después a publicar mi primer libro, TRES FORMAS DE TOMAR UN HELADO. Aquí les dejo uno poco de la historia de Plaza Crema, la cual también es un poco de la mía.
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Cómo toda buen relato, este comienza con una historia de amor; la historia de mis padres, Roberto y Mercedes, nacidos y criados en el pueblo de San Pablo en la provincia de Tucumán. Ellos soñaban con tener algún día una heladería. Y un día pudieron cumplirlo.
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En enero de 2009, abría sus puertas Plaza Crema, nuestra heladería. Con mi hermano Rober, nos pusimos al frente de la misma; él se encargó del diseño y producción de los sabores de helado y yo por mi lado, del marketing y la administración, conformando una formidable dupla.
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En el año 2013 decidimos darle un giro a nuestro concepto de negocio; dejaríamos de ser una pequeña y tradicional heladería artesanal, y nos convertiríamos en la Heladería con más Sabores de Argentina; para ello dispondríamos de todos los sabores clásicos y de muchos sabores exóticos.
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Entre los sabores exóticos más destacados podemos mencionar: Helado de Fernet, Helado de Cerveza, Helado de Mate, Helado de Muña Muña, Helado de Humo, Helado de Carbón, Helado de Arroz con Leche, Helado de Mazamorra, Helado de Media Hora, Helado de Roquefort, Helado de Tomate, Helado de Zapallo, Helado de Chocolate Picante, Helado de Cajeta y Tequila, Helado de Miel de Caña, Helado de Algarroba, Helado de Pasta Frola y el poderoso Dulce de Leche Plaza Crema.
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Es esta refundación de la Heladería, nos propusimos ofrecer auténticas experiencias a nuestros clientes. Queríamos ser un lugar en el que las personas pasen momentos inolvidables. De esta manera comenzaría una nueva era: Brindaríamos Helados Maravillosos y Momentos Maravillosos.
Rober tenía la tarea de maravillar a nuestros clientes con los helados. Llegó a diseñar ¡180 sabores! Era mucho más que un Maestro Heladero; una extraña mezcla entre filósofo gastronómico, científico loco, mago y alquimista. Para ello le ponía su corazón a cada nuevo sabor que elaboraba. ¿Existe acaso otra manera de hacerlo?
Yo tenía la responsabilidad de diseñar las experiencias con las que queríamos impactar a nuestros clientes. Entre otras acciones, me propuse poder contar una historia por cada sabor de helado, diseñé juegos, me encargué minuciosamente de la musicalización de nuestro local y desarrollé un divertido sistema para que nuestros clientes pidan su helado.
A veces salíamos a cantar a la vereda, todo un acontecimiento; otras veces simplemente decidíamos saludar de manera grandilocuente a todos nuestros clientes; a veces bailábamos mientras servíamos los helados; y a veces adivinábamos el futuro de nuestros visitantes.
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